Cuarta parte: La merienda y los recuerdos
Mi familia seguía desconociendo la existencia de mi nuevo amigo pero creía que si les hablaba sobre el iban a tomarme por loco. El sujeto y todo lo que lo rodea no era convencional y explicarlo requería un esfuerzo que no quería hacer. En esta ocasión hice la tarea con tiempo de anticipación, lleve el cuaderno conmigo y escribí las rarezas del día mientras mi ayudante almorzaba en su casa, la última entrega de la mañana era una carga pequeña y deje que el joven trabajador pase tiempo con su familia, se merecía descansar. El chico me vio sacar a la perrita del camión y naturalmente pregunto, a lo que yo respondí que se trataba de una sorpresa para un amigo, que había encontrado al animalito en la calle la noche anterior y lo deje en el vehículo para que mis hijos no se encariñen. Él había tenido consultas con el medico en la tarde anterior y lo creyó. Las rarezas no se diferenciaban mucho de las otras, excepto una todas las demás giraban en torno a la naturaleza. Una de e...