La maldición de los héroes

El ego es algo peligroso si no se lo controla,y gran parte de nuestra humanidad no puede hacerlo. Cada acto de bondad transforma al realizador del mismo en un héroe y por alguna razón esa caracterización genera fascinación,es como ganarse el boleto de oro para entrar a la fábrica de chocolates. Al ego le decís "héroe" y en cinco minutos te organiza una fiesta para celebrarlo.
Hay varias situaciones, actitudes y malas experiencias que quedan por fuera del acto heroico y parecen no importar. Suelo fijarme en ellas porque me entristece que reciban tan poca entidad. Una de ellas es el protagonismo central de la superioridad del héroe,no interesa que otros hayan aportado desde su lugar; otra es la creencia de que los demás involucrados no se esfuerzan por solucionar el problema o ni se preocupan,si no estuvieron allí o si no actuaron al instante no existen; la última (y la peor) es que la grandeza del gran héroe culpe al resto de que el hecho haya sucedido,todos se equivocaron y es él el gran salvador. El daño que estos tres aspectos causan en las personas es profundo y doloroso,pero al ego del gran héroe no le importa,la gloria lo vuelve ciego de sentimientos.
Salvan a alguien pero destruyen a alguien más. Es imposible ser completamente bondadoso, tanto como lo es ser completamente malvado. Los héroes siguen creyendo el cuento del lado oscuro y el lado luminoso,se concentran tanto en la luz que no ven nada distinto. Su maldición es agrandar excesivamente a los actos simples,la sutil y elegante simpleza no necesita esa clase de circos. Su desgracia mayor es creerse invencibles,si los imperios más grandes del mundo cayeron un sujeto que se autoperciben el mejor humano de la existencia también puede hacerlo.
Somos humanos,imperfectos y perfectos ,malos y buenos,inteligentes y estúpidos. Los grandes héroes no escapan a los rasgos comunes,los ocultan para que pensemos que son especiales.

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