Segunda parte: El maravilloso Doctor Multifunción

 Mis hijas y sus mejores amigas fueron invitadas a un cumpleaños de quince y yo fui el encargado de llevarlas y retirarlas. Conocía la zona, una de las hermanas de mi abuela vivía cerca del lugar y la visitábamos con regularidad, la señora me regalaba libros de cuentos de gran calidad, los que mis padres no podían costear. Se llamaba Estela y no tenía hijos, así que creo que me adopto como su nieto.

Deje a las cuatro adolescentes en el salón de fiestas y volví a casa. Sabía que no podía acostarme porque despertarme cuatro horas después sería imposible, así que me entretuve buscando la caja en donde guardaba los cuentos de la tía Estela. Estaban maltratados por el tiempo y por mis hijos, pero perduraban. Fueron mi felicidad durante años y los extrañaba. Leí tres y salí de nuevo a las calles para retirar a las chicas. Recorrí las mismas calles, pase por las mismas estaciones de servicio y bares, pero algo se diferenciaba: el local que se ubicaba al lado de la casa de mi tía tenía el letrero cambiado. No se trataba de un cartel común, en él había un rostro parecido al del Capitán Garfio, nunca supe qué clase de negocio tenía el dueño porque de día todo estaba cubierto por cortinas negras. Esta noche el lugar se encontraba iluminado, abierto al público y el rostro del personaje sonreía.

Me daba curiosidad pero por cuestiones de tiempo no pude entrar. Estuve pensando todo el domingo en la imagen que vi y extrañamente recordaba la hora precisa: las cuatro y treinta de la mañana. Si no me acercaba a mirar iba a volverme loco, de manera que el lunes desperté antes de lo normal para poder hacerlo. Mi esposa trabajaba de noche y no sospecharía nada, mis hijos dormían plácidamente.

Para mi sorpresa el local estaba lleno de juguetes, objetos varios y libros que se comercializaban cuando yo era pequeño. Estaba musicalizado con canciones de Frank Sinatra, el artista favorito de la tía Estela y el empapelado de las paredes era idéntico al que ella tenía en su casa. Un hombre extraño me recibió bailando al ritmo de Fly me to the moon, se presentó como Doctor Multifunción y dijo que se alegraba de volver a verme, yo nunca lo había visto a él pero le seguí la corriente. La conversación que tuvimos fue algo así:

- Buenas noches señor, ¡me alegro que al fin podamos vernos de nuevo! Después de tantos años por fin fue capaz de comprender las señales que le enviaba.

- Buenas noches señor, me llamo Horacio pero supongo que conoce mi nombre porque insiste en afirmar que sabe quién soy. Yo no lo conozco a usted y no sé para qué me busca… ¿Podría decirme su nombre? Puede que me ayude a recordar.

- Me llamo Doctor Multifunción, no me pregunte cual es la razón de este excéntrico nombre, al parecer mi joven creador era muy imaginativo y quiso que fuera único.

- La verdad es que si, sus padres son o habrán sido gente muy creativa, mi esposa y yo nos limitamos a darles a nuestros hijos las mismas iniciales.

- Crecieron mucho sus pares de gemelos, ya son tan altos como usted y son igual de brillantes en la escuela.

- ¿Cómo puede saber eso? Yo nunca le dije que tenía más de un par de gemelos, tampoco se los he presentado y sin embargo dice la verdad, todos mis conocidos y familiares mencionan esos aspectos.

- El problema es que usted no recuerda nuestros primeros encuentros y ha olvidado rápidamente los últimos, es posible que haya sido usted mismo el que me lo dijo. Son casi las cinco, su trabajo y sus hijos lo esperan. Venga mañana a la misma hora y continuemos esta maravillosa charla. Le voy a dar un pequeño consejo para que no olvide los momentos importantes: no deje pasar las señales, suelen pasar desapercibidas en la aburrida y cotidiana rutina, por ello las ignora. Escriba todo lo que le parezca fuera de lugar en este cuaderno porque puede serle útil, para no olvidarme y tampoco auto olvidarse.

Me entrego un cuaderno nuevo de marca Gloria, lo curioso es que tenía el logo viejo de la marca. De niño tuve varios, los usaba para la escuela y para escribir e ilustrar los cuentos que inventaba. Salí del local increíblemente enérgico y feliz, el doctor se despidió y tapo el ventanal con cortinas nuevamente.

 

 

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