Sexta parte: Las tres luces de la felicidad
Había repasado ese momento una y otra vez. Contar tu historia es muy difícil si la timidez te vence constantemente. Escribirla era una opción, pero estaba cansado de esconderse detrás de las palabras. Su vida se había reducido a ellas, palabras en soledad, palabras para los huir y palabras para crear tramas en la vida de sus nuevos clientes. En esta ocasión usaría su voz, hablar significaba sentirse una persona, las palabras lo convertían en una máquina de escribir viviente.
Al día
siguiente la adolescente y su perro
regresaron a la casona. Damien los esperaba, había preparado un picnic en el
jardín para sus invitados. Sus primeros invitados después de más de cinco
décadas. Le costaba creer lo que sucedía, era un sueño hecho realidad. Sonaba
una voz y la joven se sobresaltó. Se había habituado al silencio, pensó que
alguien más estaba en el lugar.
-No se asuste,
soy Damien.
-No me dijiste
que tenías una voz tan hermosa, no la escondas más. Discúlpeme por tutearlo, en
este siglo lo hacemos todo el tiempo.
-No hay problema,
no me molesta. Estar encerrado en esta bella jaula durante tantas décadas me aisló
de los cambios sociales, gracias a usted puedo experimentarlos.
-Te traje un regalo
que ladra, supongo que ya lo habrás visto.
-Es lo mejor que
alguien pudo hacer por mí, gracias infinitas Guillermina.
Guillermina
cumplió su promesa y llevo una sorpresa especial. La perra de un vecino había
tenido cachorritos en septiembre y su dueño los daba en adopción. Ella le dijo
que buscaba un perrito para un amigo que
estaba muy solo y necesitaba compañía. Eligio una perrita de pelaje negro y
blanco, muy similar al que tenía el
perro del cuento. Damien lo amo desde el primer momento, la chica no
podía ver las lágrimas de felicidad de su rostro. La llamo Berenice, una de sus
historias favoritas de Edgar Allan Poe se titula así. Boris y Berenice se
hicieron amigos rápidamente, era hermoso verlos jugar en el hermoso parque.
-No le hable
antes porque tenía miedo.
-¿Miedo? Mido poco
más de un metro y medio y aparento trece años, ni en mi imaginación creía que podía
asustar a alguien.
-Ser escuchado y
superar mis propios temores, eso me asusta. He convivido toda mi vida con ellos
y arriesgarme a perderlos me aterra, no conozco otra compañía. Ser diferente me
daba vergüenza, la soledad se convirtió en mi hogar.
-No lo llamaría soledad.
Es más adecuado pensar en el uso que le diste a esa soledad. Yo no tengo amigos
humanos, los chicos y chicas de mi edad me consideran “la rarita” del pueblo, paso mucho tiempo sola
pero no me instalo en esos momentos. Vos si lo haces, le diste forma de casona lujosa a tu soledad.
-Veo que a usted
no le avergüenza ser quien es. Le agradezco, me dijo la verdad de a manera más
directa y perfecta. Me gustaría ser fuerte como usted.
-Estoy segura de
que lo sos .Anímate, la diversidad humana es el tesoro más hermoso que tiene
este mundo.
-No lo creo. No
merezco halagos de su parte ni de nadie, soy mala persona.
-¿Mala persona? Si
queres que crea esa tontería deberías darme ejemplos. No te conozco mucho Damien,
pero la amabilidad que nos demostraste no coincide con eso.
-En un ataque de
ira eche a mi padre de la casa. Vino a visitarme porque me extrañaba y yo lo
aleje de mi vida para siempre.
-El ejemplo está
incompleto porque no conozco como era tu padre .Algunos padres arruinan la vida
de sus hijos y merecen que los odien, el papá biológico de mamá era violento
con mi abuela y con sus dos hijas, su castigo favorito era abofetearlas y enviarlas
a su habitación sin cenar. Las insultaba todo el tiempo, las consideraba tontas
porque eran mujeres.
-Esos hombres
merecen todo el odio del mundo. Mi padre no era así su problema se llamaba “obsesión
por el dinero”. Trabajaba doce horas por día porque necesitaba ahorrar dinero
para su proyecto. Mamá y yo siempre estábamos solos.
Mi madre era hija
de un empresario millonario que la desalojo de su hogar cuando ella le dijo que
se casaría con un obrero. Mi padre era hijo y nieto de obreros, siempre habían
sido pobres y estaba cansado de contar los centavos. Yo nací en 1913.Vivíamos
en una casita modesta, ella era maestra y él tenía dos trabajos. Con uno era
suficiente para vivir dignamente, pero para Norberto el dinero nunca alcanzaba,
necesitaba más y más. Construyó su primera propiedad en el terreno de nuestra
casa y el comprador era un heredero acaudalado que estaba interesado en las dos
casas. Mi padre recibió esta vieja casa a cambio de las dos casas y el amplio terreno.
La restauro y la transformo en un palacio. No abandono ninguno de sus empleos,
durante la semana vivía en una pensión barata de la ciudad. A veces trabajaba
los sábados. No lo veíamos nunca.
Cumplió su sueño,
su constructora era conocida y el trabajo abundaba. Nos visitaba una vez al mes,
nos enviaba dinero y regalos. El jardinero me enseño a afeitarme y a cortejar a
la chica que me gustaba. Norberto Azar solo estaba presente en mi apellido.
Cuando mamá falleció
no quise irme. Me pagaba el salario del antiguo sereno para que cuide la casa.
Dos años después se casó de nuevo y desapareció de mi vida por cinco años.
Mandaba su dinero para que lo represente. Me asqueaba ver tantos billetes,
Norberto Azar pensaba que los lazos de afecto y el amor de su único hijo se podían
comprar. Nunca fue capaz de darme un abrazo.
-Tu accionar es
comprensible Damien. No sos mala persona por eso. Los años de abandono te
causaron mucho dolor, era lógico que respondieras de esa manera. Sé que no es
lo mismo, pero yo puedo darte el abrazo
que no te dieron en el pasado. Yo soy tu amiga y podes contar conmigo, no estás
solo.
Abrió sus brazos
y el hombre invisible se acercó. Los ojos de Damien se llenaron de lágrimas. Se
sintió querido.
No estaba solo. Berenice,
Guillermina y Boris eran los mejores amigos del mundo. Qué linda es compartir
la vida con buenas personas y el amor sincero de los animales.
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