Cuarta parte: La merienda y los recuerdos

 Mi familia seguía desconociendo la existencia de mi nuevo amigo pero creía que si les hablaba sobre el iban a tomarme por loco. El sujeto y todo lo que lo rodea no era convencional y explicarlo requería un esfuerzo que no quería hacer. En esta ocasión hice la tarea con tiempo de anticipación, lleve el cuaderno conmigo y escribí las rarezas del día mientras mi ayudante almorzaba en su casa, la última entrega de la mañana era una carga pequeña y deje que el joven trabajador pase tiempo con su familia, se merecía descansar. El chico me vio sacar a la perrita del camión y naturalmente pregunto, a lo que yo respondí que se trataba de una sorpresa para un amigo, que había encontrado al animalito en la calle la noche anterior y lo deje en el vehículo para que mis hijos no se encariñen. Él había tenido consultas con el medico en la tarde anterior y lo creyó.

Las rarezas no se diferenciaban mucho de las otras, excepto una todas las demás  giraban en torno a la naturaleza. Una de ellas se parecía más a un recuerdo infantil, vi a un niño haciendo la actividad y recordé que yo también la hacía. La criatura tomaba mate en la vereda junto a sus abuelos y comía Panforte, una receta tradicional de la pastelería italiana que mi abuela Elena cocinaba maravillosamente. Fueron las mejores meriendas de mi vida y nunca pude conseguir un panforte igual en ninguna confitería, ella se fue y se llevó el ingrediente secreto con ella.

Mis hijas iban a almorzar con sus amigas, mis hijos tenían clase de educación física y mi esposa iba a hacer trámites. Me acerque al local del doctor con la perrita por si me abría la puerta, no era un extraño y en esa callecita no había nadie a la vista. Tuve suerte, me reconoció y me dio una llave para abrir, por instantes creí que ya la había usado pero eso era imposible. Ingrese y volví a cerrar con las cortinas negras. El expresivo hombre recibió a la cachorrita con alegría y paso todo el tiempo abrazándola. Tuvimos la conversación habitual sobre cómo iba mi día y para cambiar un poco le propuse que cambiemos de roles, yo preguntaba sobre su rutina y el respondía. Accedió.

- ¿Cómo fue su día hasta este momento? Sé que llegue de sorpresa, sepa disculpar, lo hice por la perrita si mis hijos la hubieran visto no sería suya, se encariñan fácilmente.

- Nada importante muchacho, desde varias décadas mi vida es exactamente igual. Estoy solo, la persona que me dio la vida no me recuerda y trato de buscar nuevos amigos. El presente suele rechazarme y vuelvo a recurrir al pasado, las viejas glorias y los fantasmas de antaño me mantienen vivo. Desayuno, camino por la zona para promover mis servicios de magia y entretenimiento, regreso un poco triste por volver a fallar y me contento bailando. Ordeno la tienda y mi pequeña habitación, leo, juego o escucho más música y regreso al sueño, me traslada al pasado que tanto extraño. Despierto para verlo a usted, es el mejor cliente que tuve en años.

- Lamento su soledad y su tristeza, si lo desea puede pasar tiempo conmigo y mi gran familia, nos encantaría tener un miembro más. Mis hijos manejan las redes sociales con increíble agilidad, podrían hacerle una cuenta de instagram. Su magia me ayuda mucho, mi presente se siente extrañamente divertido y amanezco con mucha energía, es como si hubiera rejuvenecido. Si necesita ayuda aquí estoy.

- Lo sé bien querido, pero hasta que mi creador me recuerde no puedo ser importante para nadie más. Me ha dejado en esta existencia vacía y recién ahora empieza a darle contenido valioso, si continua así puedo salvar mi futuro.

- Resulta un poco obvio pero sigo con la duda, ¿la persona que llama “creador “es su padre, su madre o algún tutor? Si es así puedo buscarla, hoy en día no es tan difícil.

- Parece obvio pero no lo es, no hablo de esa clase de creadores. Le propongo que piense cual puede ser y lo escriba. Ahora vayamos a su lista de rarezas, lea cada punto y elegiré uno que me interese.

Le leí la lista y el extravagante doctor eligió el que se refería a mi abuela. Me pidió que compre panforte y le agregue la azúcar que él tenía en su tienda, sus poderes mágicos le darían el toque faltante. Compartía el deseo y quera que le guarde una porción. Me despedí porque me pidieron que retire a los chicos de la escuela, pero prometí que regresaría al día siguiente. Ese señor estaba muy solo y necesitaba un amigo que lo escuchara.

Uno de los panaderos vendía panfortes en su negocio y le compre dos. Los rocié con la azúcar del doctor y sorprendí a mi familia, recordamos buenos momentos mientras merendábamos. Tenía el mismo sabor que el que cocinaba la abuela, Fabi la conoció y también lo noto. Quedo la mitad de uno y la guardamos para el desayuno, al día siguiente me lleve un poco y mentí cuando dije que desayune antes, pero la sensación de que el doctor no quería ser conocido aún era muy certera, no podía mencionarlo.

Tuve un sueño muy vivido con la abuela Elena y el abuelo Federico, merendábamos juntos y yo les contaba la historia que había inventado, un cuento sobre un señor que era mago, doctor y todo  lo que se le ocurriera, incluso les mostraba un cuaderno en donde estaba dibujado, yo no podía verlo pero ellos sí. Sentí que esa escena había ocurrido de verdad, pero no tenía a nadie vivo para preguntar, mis abuelos y mis padres estaban muertos. Mis hermanas eran solo un año mayores, no era posible que lo recuerden, pero Marcela vivía en la casa de la abuela y conservaba un armario con objetos suyos…tenía que recuperar ese cuaderno.

 

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