Segunda parte: Un lunes especial
La extraña carta
y el curioso ojo que la protagonizaba le impidieron concentrarse plenamente en
sus tareas. Parecía ser un lunes habitual en la oficina, ella continuaba en su
aparentemente eterno papel de antisocial, siendo callada e invisible pero responsable, el rasgo que su
jefe admiraba. Desde pequeña el sentido de la responsabilidad era algo que no
podía ignorar, siempre cumplía con las tareas que le daba la maestra, entregaba
los trabajos prácticos a tiempo, no faltaba a la escuela por tonterías, cuidaba
de sus hermanos menores y de sí misma
cuando sus padres trabajaban. No podía dejar de serlo y a veces era una carga
insoportable en su vida, pero en el área laboral era visto como un don.
Como venía
contándole, querido lector, ese lunes
parecía otro odioso y habitual lunes, pero soy una narradora humana y me
equivoco como la mejor campeona. La “normalidad” de ese día fue una mentira. En
el almuerzo, momento en el cual varios compañeros y compañeras de trabajo iban
a comer a su hogar porque vivían cerca Génesis y unos pocos empleados se
quedaban en la oficina. Uno de ellos, un abogado que le atraía y de vez en
cuando venía porque había tenido algunos problemas bastante desgraciados
relacionados con la salud mental (con los que seguía luchando) .A Federico le habían dado la
oportunidad de hacer home office .Él la
saludó, hablo con ella y le dijo que era interesante. Nadie se sorprendió al
verlos juntos pero para nuestra protagonista fue algo muy inesperado que
alguien se acercara y compartiera tiempo con ella. Sus labios dibujaron una
bella sonrisa que solía esconderse en el anonimato.
Esa no fue la
única rareza del día. Su jefe la felicito por su desempeño, le ofrecieron un
aumento de sueldo, otros compañeros charlaron con ella y la agregaron en su
grupo de whatsapp. Génesis no entendía nada, su burbuja de invisibilidad había
desaparecido por arte de magia, la gente venía hacia ella, le decían cosas
lindas, la incluían.
Volvió a abrir
el sobre cuando viajaba hacia su apartamento. El colectivo no estaba tan
saturado de gente y había asientos disponibles, otro hecho increíble. Creyó
enloquecer al notarlo, pero el ojo la miraba y el papel brillaba más que antes.
Esa noche durmió
muy bien y soñó que publicaba un libro que se convertía en un éxito de ventas.
Sus ojos se veían hermosos y brillantes como el de la carta.
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