Los clásicos y los nuevos colores de la existencia

En breves momentos Pesimismo no actúa como el señor oscuro que todos conocen. Son tan pocas aquellas ocasiones que el recuerdo es insuficiente y es necesario escribirlas, esa es la razón de ser de los diarios que Pesimismo tiene desde niño. Escribe las experiencias buenas, describe sus efímeros  instantes de felicidad pura y guarda para sí mismo, para releerlos cuando la negatividad lo sobrepasa.

El personaje de este capítulo es un gran enigma para él  mismo. Supo desde pequeño que es radicalmente diferente del resto de sus hermanos  y no entiende por qué  le toco cargar con la desgracia de ser infeliz la mayoría del tiempo. Los instantes luminosos son sus tesoros porque por lo general son compartidos con sus seres queridos, cuando no se siente aislado y triste, sino pleno.

Uno de esos momentos es el relato de este capítulo, es uno de los pocos que les quiso contar a los hijos que tuvo en su primer matrimonio, el del día que conoció a su madre.

El joven Pesimismo había salido con dos de sus hermanos a tomar un café en su bar favorito del pueblo. Deber y Destino pidieron capuchino y él prefirió café negro y amargo, como siempre hacia desde que le permitieron tomar la infusión. En la mesa que estaba frente a la suya tres chicas de su edad tomaban té. Destino, el más confiado de los tres, se acercó a la mesa y las saludo. Les presento a sus dos hermanos y las invito a un evento importante en el palacio (lo había inventado, “el festejo en honor a los ancestros reales” no existía).Avergonzado por la galantería estúpida de su hermano y la sonrisa brillante de Deber les dijo hola. Pesimismo mostraba su cara de enojo típica, pero en realidad se sentía agradecido porque la pelirroja alta del trio le parecía hermosa.

Las invenciones de Destino eran bien conocidas, desde la primaria conquistaba chicas con ellas. Su primera novia fue una compañerita de séptimo grado llamada Milagros. La relación duro dos semanas porque el muchacho ya se había enamorado de otra. Las amantes nunca le faltaban, una de ellas fue Mentira, la madre de sus hijos  mayores Miedo y Confusión. Cuando nacieron él tenía dieciocho años y ella veintiuno, la relación entre ellos había terminado y la carrera de la chica iba en ascenso, entonces decidieron hacer el trato que ustedes ya conocen.

La vida amorosa de Deber era todo lo opuesto, un fracaso tras otro. Creía que cuando una chica se interesaba un poco en su persona debía salir con ella. No interesaba que no la amara de verdad, lo hacía porque no deseaba que se sintieran mal. Desde muy joven era el muchacho sonriente del bar, siempre rescataba lo bueno y hacia felices a los demás. Para él realizar cualquier cosa era una obligación y era incapaz de vivir sin cumplirlas, no podía decir “no” nunca. La morocha de rizos le dijo su nombre y le escribió su teléfono en una servilleta, no podía rechazarla. Se llamaba Hartazgo y uso diez de los quince minutos que compartieron en el bar para quejarse sobre la familia, el servicio, el mundo, las materias de la facultad, en síntesis: su existencia en general. Le costaba comprenderla y no la soportaba en la mayoría de las ocasiones, pero de todas formas acepto ser su novio y en el futuro su marido.

La tercera chica era Tristeza, una recién llegada al reino. Le dijo que una mujer importante del reino la había contratado para reemplazar  a su antigua asistente, Antítesis. La chica se inscribió en la facultad y  para ahorrar dinero le convenía mudarse a  la ciudad. “La mujer importante del reino” era Eternidad. El enamoradizo muchacho la invito a salir cinco minutos después de eso, la relación duro un mes y se repitió la historia nuevamente, tuvo una hija ilegítima con la joven. Ambas viven en el palacio de su hermana, la niña se llama Soledad y tiene una personalidad parecida a la del tío Pesimismo, comparten la misma mirada oscura y negativa del mundo.

Las personas como Pesimismo y Soledad no eligen sentirse desencantados y tristes, por alguna razón inexplicable esos sentimientos tormentosos los persiguen desde que tienen memoria. La solución más fácil siempre es rechazarlos, considerarlos presencias que arruinan los días, monstruos que asustan…cuando en realidad son criaturas que sufren y no lo dicen. Tratar de comprenderlos y abrazarlos es lo que nadie hace, pero evitarlos es deporte nacional.

La pelirroja que le atrajo, Falacia, era periodista de espectáculos. Venía en busca de los chismes de la familia real y disfrazaba esa misión diciendo: “Una revista muy famosa de la ciudad quiere hacerle un homenaje a la familia real y me enviaron hasta aquí para hacerles entrevistas”. Pesimismo fue la excusa perfecta para acceder a la familia, rápidamente le confeso sus afectos e interpreto su mejor obra: ser encantadora con todos y fingir que comprendía los cambios de humor del posible heredero al trono. Los engaño tan bien que Pesimismo creyó ser feliz de verdad cuando se casaron y su familia le agradeció porque con su amor desinteresado el joven parecía esperanzado.

Fue todo un engaño y los días, semanas, meses y años que pasaron le quitaron la máscara a Falacia. Era una mujer toxica, venenosa y muy manipuladora, sabia engañar y su marido caía en sus redes. Tuvo tres hijos con Pesimismo: Egoísmo, Prejuicio y Decadencia. Sus dos hijas mellizas (Soberbia y Modestia) son fruto de la relación con su amante, Eugenio, el secretario del rey Amor. Deber convenció a su hermano de aceptar a las niñas porque la reputación de Eugenio en el palacio era bastante desfavorable, no le estaba yendo bien laboralmente (pasaba el tiempo ocupado en  las actividades de la cama y se atrasaba en todo lo demás) y su futuro pendía de un hilo.

“Las bebes no tienen la culpa, permíteles tener una vida sin necesidades” le dijo Deber. Pesimismo acepto y las niñas son parte de la dinastía. La forma de ser de Soberbia es insoportable y no le sorprende a nadie que compita con Estética por el primer premio. La quiere, pero todavía no logra tolerarla. Con Modestia sucede lo contrario, compartir momentos con ella lo llena de vida. Modestia ve el lado bueno de las pequeñas cosas, elige ser sincera  antes de mentir y siempre tiene tiempo para decirles a los demás que son valiosos. Modestia es la luz de la vida de Pesimismo, es el arcoíris después de la tormenta.

Falacia y Pesimismo están divorciados desde hace una década. Ella se mudó a la ciudad y trabaja como panelista en un programa de chismes. Sus hijos Soberbia  y Egoísmo viven con ella porque estudian en la facultad. Prejuicio y Decadencia, los mayores, se emigraron a otro país y  trabajan en un reformatorio. Modestia es docente de primaria y trabaja en la escuela del pueblo junto a sus tíos y tías, vive en la antigua casa del jardinero de Amor I, Pesimismo sabía que le encantaba y contrato personas para que la remodelen.

Hace cinco años Pesimismo abrió una cuenta de Twitter y conoció a Analítica (@Anabroma), una bibliotecaria quince años menor. Llevan cuatro de novios y planean casarse, Ana quería tener hijos y él  la ama  tanto que le dio el placer. Sus gemelos Ironía y Sarcasmo tienen un año.

Sus cambios de humor y su visión negra del mundo no se van del todo, pero Anabroma pudo persuadirlo y empezó a ir a terapia una vez por semana. Se aproxima al lado luminoso de la vida pero no deja de ser quien es.

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