El elemento esencial
En un lejano lugar de un mundo triste vivía un escultor. Las obras de este señor atraían a las personas de todo el globo. Había miles de artistas en el planeta, pero ninguno era tan admirado. Modelaba la arcilla y tallaba sobre cualquier superficie, su trabajo era minucioso, delicado y fuerte al mismo tiempo. Transmitía un mensaje especial que todos querían conocer.
El mensaje se producía gracias a las herramientas y
al material que utilizaba. Había algo en ellos que muy pocas personas
comprenden, algo inmenso que adquiere infinitas formas y estados. Este elemento
escaseaba en su mundo y el escultor sabía muy bien que debía protegerlo de las
malas manos. En algún momento sobraba, la tierra era dorada porque crecía en su
interior, el cielo diurno era azul y el nocturno estrellado porque caía del
cielo, el aire era puro porque las personas que lo respiraban eran bellas por
dentro y por fuera y el agua era transparente como la mismísima verdad.
Pero las personas no son buenas por naturaleza, la
humanidad está constituida por partículas de cristal y por esa razón es frágil.
Todas las fragilidades tienden al peligro, pueden caer y romperse o teñirse de
colores corruptos y desgraciados. En este pequeño mundo triste ocurrió lo
segundo, la humanidad de su comunidad perdió su belleza cuando los intereses
corruptos se aprovecharon del elemento y de sus ramificaciones.
El escultor conservo lo que quedaba de él en
frascos y lo cuida. En la historia de cada obra pone un granito del elemento
para que los seres que aún mantienen su humanidad lo contemplen y lo sientan.
El granito es tan potente que se adapta a la interpretación de cada espectador
y obtiene nuevas formas. Una mujer dijo que para ella son los momentos que vividos junto a su esposo y el cariño de sus hijos,
un hombre lo asocio a la amistad y una niña dijo que se parece a los abrazos de
su madre.
Los trabajos del hombre logran que las personas
recuperen lo que creyeron perder. La niña mencionada perdió a su madre, aquel
hombre tiene noventa años y sus amigos ya no están en este mundo, los hijos de
la mujer viven en otro lugar del planeta y su esposo tiene alzheimer. No lo
vieron caer sobre sus cabezas cuando sobraba, no nadaron en las aguas
transparentes y no respiraron su versión más pura, pero lo tuvieron y aun lo tienen.
Los restos del elemento se encuentran en los frascos del escultor, en cada persona y en cada
sitio. Son granitos muy poderosos y es imposible estar a su nivel, pero
aprovecharse de su poder para hacerle daños a la humanidad puede destruirlos.
El escultor es el protector de su versión pura y
los seres que cuidan de su humanidad con decencia y esmero conservan sus
réplicas en sus recuerdos.
La leyenda dice que si creemos en las posibilidades
de cambiar el mundo el elemento se regenera y que si albergamos una dosis
mínima de esperanza cada día podemos sentir su pureza. Los animales son los
únicos seres vivos que pueden compartir su versión más pura porque nacen con
él. El arte y los animales nos salvan la vida por esta razón, cuando
necesitamos liberar decepciones nos transmiten ese elemento valioso y nuestro
día cambia, aunque llueva y truene sale el sol.
El elemento es incorpóreo y sus formas de
expresarse son muy versátiles, no es prejuicioso y cualquier criatura viviente
puede acceder a él, incluso las tantas basuras bípedas que abundan en el mundo.
Se volvió invisible para que dejen de
robarle sus rasgos característicos.
No hace falta decir su nombre para saber cuál es.
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